Los aficionados de ambos equipos se pelearon tras el partido

Las visitas del Oviedo a Ganzábal se pueden contar por broncas. Los partidos entre el Langreo y el Oviedo parecen condenados a no terminar con el pitido final y alguien debería reflexionar sobre lo ocurrido ayer en las inmediaciones del campo langreano, comenzando por los propios seguidores de ambos equipos que no hacen más que afear lo que debería ser un partido.


El primer año de los azules en Tercera, el partido disputado en el viejo Ganzábal tuvo que ser suspendido tras una pelea generalizada en las gradas, que terminó con un seguidor azul apuñalado. En aquella ocasión, la falta de previsión, en lo referente a unidades de la Policía Nacional, dejó al descubierto la falta de previsión de las autoridades. Ayer, la historia estuvo muy cerca de repetirse. Los aficionados de ambos equipos ya tuvieron un primer enfrentamiento en las inmediaciones de la estación de autobuses langreana y dentro del campo las cosas no pasaron a mayores aunque de haberse repetido los incidentes del año 2003 tampoco había la suficiente policía como para atajarlos, pese a la intervención del presidente de la Federación Asturiana de Fútbol, Maximino Martínez, que dio la señal de alarma que hizo que llegasen más efectivos policiales al campo.
Lo que no pudieron evitar fue el enfrentamiento al término del encuentro y en los alrededores de Ganzábal se produjeron enfrentamientos entre aficionados de ambos equipos, obligando a intervenir a la policía, que logró dispersar a los implicados, sin que se lamentasen heridos de consideración. el ambiente ya se caldeó durante el partido con los clásicos cruces de insultos y cánticos y en este caso a los locales se les fue la mano y la voz con los gritos de: ETA matalós .
En lo que se refiere al encuentro, fue como se esperaba, trabado, con pocas ocasiones y alguna acción fuera de tono, como la de los minutos finales que terminó con las expulsiones de Carli e Iván, ésta última propició el debut del meta juvenil Javi que jugó los últimos minutos del partido con una camiseta de jugador de campo de la segunda equipación oviedista. El mejor detalle estuvo en el respeto mostrado por los jugadores azules ante el parón protagonizado por los langreanos en el inicio del partido, siguiendo las órdenes de un irreconocible y humilde Lobo Carrasco.


Fuente: La voz de Asturias